lunes, 2 de marzo de 2015

Flex, de Ferrett Steinmetz

Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando Burning Down The House, de Talking Heads (Spotify, YouTube).

Hay libros que te atrapan desde la primera frase. Y hay libros en los que no consigues entrar por mucho que lo intentes. Por desgracia, Flex, la novela de debut de Ferrett Steinmetz es un ejemplo de este último caso, a pesar de su interesante premisa.

En el mundo de Flex, la magia puede ser destilada en forma de cristal. El "flex" del título es una droga que permite a los que la usan modificar la realidad y crear a voluntad sucesos sumamente improbables. De hecho, la magia surge de las obsesiones de sujetos extremadamente dedicados, los 'mantes, y puede adoptar las formas más extrañas: burocraciomancia, videojuegomancia, paleomancia... El problema es que la práctica de la magia tiene un precio: el "flux", mala suerte concentrada, el modo que tiene el universo de hacer cuadrar las cuentas.

Me gusta bastante la idea de la magia como descenso localizado de la entropía que de algún modo afecta a la realidad y debe ser compensando pagando un peaje. Además, los diferentes tipos de magia, que surgen de individuos obsesivos que intentan imponer un orden exagerado con sus actividades cotidianas, son muy interesantes aunque no sean especialmente originales (estoy pensando, por ejemplo, en la serie de Marla Mason de Tim Pratt y sus pornomantes, tecnomantes y biomantes).

Mi problema con la novela es que ninguna de estas prometedoras ideas es explotada en su totalidad. De hecho, me atrevo a decir que apenas son exploradas y, lo que es aún peor, las posibilidades de la magia nunca quedan claras para el lector. Así, entra en acción la Primera Ley la Magia de Sanderson: "La capacidad de un escritor para resolver un conflicto mediante la magia es directamente proporcional a cómo de bien el lector comprende dicha magia". En Flex, nunca llegamos a saber cuáles son las verdaderas habilidades de los 'mantes ni cuáles son sus limitaciones. En consecuencia, todo lo que tiene que ver con la magia parece... aleatorio. Funciona de cierta manera, pero perfectamente podría funcionar de un modo completamente distinto.

Las motivaciones y acciones de los personajes también me han parecido bastante arbitrarias. Por ejemplo, Paul Tasbo, el protagonista principal, descubre, para su sorpresa, que es un 'mante, pero posteriormente se comporta como si hubiera practicado la magia durante toda su vida. Anathema, su antagonista, no es mucho mejor: actúa de forma errática y cuando, al final del libro, se revelan sus verdaderos objetivos no pude evitar un sentimiento de profunda decepción por sus tremenda falta de coherencia.

La prosa tampoco me ha convencido. El estilo es directo, con frases directas y muy pocas descripciones. Usada correctamente, esta forma de escribir puede ser muy efectiva, pero en este caso creo que no consigue comunicar al lector la verdadera esencia del mundo de Flex. Todo en la novela es vago, borroso y falto de definición. No soy una persona que suela disfrutar con largas descripciones, pero en este libro eché en falta explicaciones más detalladas de los personajes, los escenarios, el ambiente en general. En cuanto a los diálogos, supongo que intentan ser ingeniosos y ocurrentes, pero en mi opinión son simplemente superficiales y hasta algo cargantes. Además, la repetición continua de ciertos términos (como 'mancia) puede resultar realmente cansina después de unas pocas páginas.

En resumen, me he sentido bastante decepcionado con lo que he encontrado en Flex, una novela en la que tenía depositadas bastantes esperanzas. Vuestra experiencia puede ser diferente, por supuesto, pero en conciencia no puedo recomendarla. Para mí, ha sido mucho más flux que flex.  

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